There will be Celebration! : Petróleo Sangriento cumple 10 años

Es difícil poner en palabras los sentimientos que una de tus películas favoritas te produce y más aun, cuando han pasado diez años desde su estreno. 

En el caso de "There will be blood", que hoy está de aniversario, siento mucha felicidad y a la vez fascinación; la misma fascinación que me produjo la primera vez que la vi sigue intacta y no hecho más que crecer en mi con cada año que ha pasado. 

Yo tenía 17 años cuando vi la película en el cine, en un inolvidable verano del 2008, a tan solo dos meses de haber dejado el colegio y fue una de esas experiencias cinéfilas que me marcaron para siempre. 

Nunca olvidaré la energía, fuerza, rudeza y magnitud con la que "There will be blood" me impactó en una pequeña sala de cine en San Miguel. Para ese entonces, estaba muy interesado en la filmografía de P.T. Anderson y "Blood" representaba algo distinto a simple vista, era como si PTA aplicara todo su drama, intensidad y estilo a una inusual historia ubicada en el oeste Californiano de principios del siglo XX. Era una premisa atractiva por donde se le mire, sin embargo, intrigante dado que ya no veíamos a los grandes elencos con los que PTA nos sorprendió en sus primeras tres cintas.


Durante la proyección de la película, recuerdo esa sensación de grandeza que me transmitió la cinta con sus encuadres, los amplios e imponentes paisajes del desierto me dejaron maravillado así como  algo que a veces añoro en el cine de PTA: el uso de lentes anamórficos, que le dio un aspecto épico a sus primeras cinco películas. 

Otra de las escenas que recuerdo haber vivido al máximo en mi butaca fue la trepidante escena de la explosión e incendio del pozo de petroleo a la mitad del filme. Junto con el espectacular acompañamiento musical de Jonny Greenwood, me dejó atónito y con ganas de ver de nuevo tremenda secuencia. 


Finalmente, terminada la proyección y luego de un viaje a través de 30 años de historia, contemplados a través de la mirada terrorífica de Daniel Plainview, sabía que PTA lo había hecho otra vez. Y nos dejaba con la miel en la boca durante el plano final. ¡Y qué final! Esos finales son algo que solo él sabe manejar para dejar al espectador con ganas de ver más y repetir la experiencia que acaba de vivir. 
No fui la excepción y unas dos semanas después me aventuré a ver la película de nuevo cuando ya le quedaban pocas funciones en cartelera. Nuevamente solo, y con una sala casi vacía me transporté al mundo de Little Boston, con Daniel Plainview de guía y Eli Sunday pisándole los talones. Ya estaba capturado, y desde aquella vez, no ha habido acontecimiento cinematográfico en mi vida, que se compare a ver una película de PTA en pantalla grande. 

Comentarios